Realidad versus Deseo

Photo by Adnan Uddin on Pexels.com

En el rincón más alejado del bosque, donde los rayos del sol apenas lograban filtrarse entre las hojas, vivía una anciana llamada Elara. Su pequeña cabaña estaba rodeada de misterio y leyendas. Los aldeanos decían que no solo es estar, es cómo se está, y Elara personificaba esa verdad.

Cada día, Elara se sumergía en sus rituales. Recolectaba hierbas curativas, hablaba con los árboles y escuchaba el susurro del viento. En los detalles de su vida cotidiana, se encontraba la esencia de su sabiduría. Los niños la visitaban, ansiosos por aprender de ella. Pero Elara no compartía sus secretos fácilmente; prefería enseñarles a observar, a sentir, a estar presentes en cada momento.

Un día, un joven llamado Liam llegó a la cabaña. Había oído hablar de la anciana y buscaba respuestas. «¿Cómo puedo encontrar mi camino?», preguntó. Elara sonrió y le dijo: «La realidad está en las pequeñas cosas. Observa el vuelo de los pájaros, siente la textura de la corteza de los árboles, escucha el latido de tu propio corazón. En la ausencia de distracciones, encontrarás tu verdad».

Liam pasó semanas junto a Elara. Aprendió a leer las estrellas, a interpretar los sueños y a comprender que no solo es estar, es cómo se está. Un día, mientras miraban el atardecer, Elara le dijo: «La vida es como un bosque. A veces oscuro y denso, otras veces lleno de luz. Pero siempre hay belleza en los detalles, incluso en la ausencia de certezas».

Liam partió con el corazón lleno de gratitud. Elara nunca reveló su verdadera naturaleza, pero los aldeanos decían que era una especie de hada o bruja benevolente. Para ellos, ella personificaba la esencia misma del bosque, donde la magia y la realidad se entrelazaban.

Y así, en la cabaña de Elara, la frase cobraba vida: no solo es estar, es cómo se está. Porque en esos momentos simples y profundos, la realidad se desplegaba como un mapa secreto, guiando a aquellos dispuestos a mirar más allá de lo evidente.

@VdeVersus.